Por qué la abogacía es una buena cantera para la política internacional
La abogacía y la política son dos profesiones unidas por sus vínculos con las leyes y el estado de Derecho. Sus profesionales comparten cualidades indispensables para cualquier líder, ya sea de un país o de un despacho. Nuestro compañero David Muro participa en este artículo de Expansión jurídico ofreciendo su punto de vista sobre el tema.
Como explica Alejandro Galisteo, periodista de Expansión, «cuando asistían a las clases de Derecho en la universidad, pocos podrían imaginar que su interpretación de la ley valiera para sacar adelante el Tratado de Lisboa o diseñar un plan de salud en EEUU. Personas como Hillary Clinton o Christine Lagarde tocaron el techo del poder mundial, tomando decisiones trascendentes para la economía global y la vida de millones de personas». Así, la política y el derecho circulan de la mano en la democracia: vivimos en un Estado de Derecho lo que, en cierta forma, ya vincula ambas prácticas. El matrimonio de los Obama comenzó a forjarse entre las paredes de un despacho.
Cualidades como la oratoria y la persuasión son fundamentales en ambas profesiones
“Los modelos de negocio avanzan muy rápido, cada vez más, y se antoja fundamental un diálogo transparente entre el sector público y el sector privado, de ahí que la abogacía y la política tengan mucho que ver”, explica David. Por otro lado “asuntos como la capacidad de oratoria o la estructura mental racional son denominadores comunes que han de tener tanto el abogado como el político”.
Si se trata de conseguir cada vez más justicia a la hora de gobernar un país, dirigir una ciudad o una institución, la hora de cambiar realmente las cosas en determinadas parcelas, se ha de atender al marco regulatorio, y no al caso concreto, de ahí que los políticos hayan de estar tan vinculados a la abogacía, y al final han de ir forzosamente de la mano, cada vez más.