¿Salir en todos lados a toda costa? Los peligros de la sobreexposición
«Esta tipa está en todas partes». «¡No se pierde una!». «¿De dónde saca éste el tiempo para trabajar?». «Mucho curro no debe tener si está todo el día en saraos…». Estos son algunos de los comentarios que nuestro compañero Alfonso Everlet cree que casi todos/as los hemos oído alguna vez en referencia a un/a abogado/a muy activo/a en el mercado… ¿Estamos ante una nueva manifestación del deporte nacional de la envidia o hay verdaderos riesgos en la sobreexposición comunicativa?
¿Cómo puedo saber si me estoy sobreexponiendo?
Recordemos ahora una definición muy sencilla de la reputación: «lo que dicen de mi cuando no estoy». Alfonso aclara que «podríamos pensar que a mayor exposición, mayor percepción como expertos, mayor liderazgo y por tanto, mayor posibilidad de lograr esas oportunidades comerciales. Y, efectivamente, es así -siempre que se haga de la forma correcta y en particular posicionándonos sobre un área o tema muy concreto-«.
Entonces, ¿es perjudicial una sobreexposición?
En realidad, debemos partir de la base de que la propia palabra no es neutra. La sobreexposición, por su construcción, implica una «exposición de más» y todo lo que es «de más», se sobreentiende como perjudicial. Por tanto, la sobreexposición, es, por definición, negativa. ¿Y la sobreexposición mediática? También. Cualquier sobreexposición. Entonces, la pregunta adecuada llegados a este punto es: ¿cómo puedo saber si me estoy sobreexponiendo? Y la respuesta no es sencilla.
Para Alfonso, la primera clave está en el punto de partida. Es decir: si parto de una posición de liderazgo reputacional, mantener una comunicación de perfil bajo me evitará «pisar minas». La segunda clave para lograr discernir si me estoy sobreexponiendo, sería mi propia estrategia. Si estoy muy lejos de conseguir mi objetivo, tendré que remar más.
Así que, Alfonso destaca que «cuando hablamos de sobreexposición, nos movemos en un territorio de grises y no de blancos o negros. Hay muchos matices a tener en cuenta y, desde luego, las claves son, como en tantas otras ocasiones, la estrategia y el sentido común. Sin embargo, como comunicador corporativo, prefiero -de lejos- la sobreexposición y sus efectos, que lo contrario. Así que si dudas sobre si te estás sobreexponiendo, al menos, algo estás haciendo muy bien: preocuparte por tu reputación».
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